LA SALVACIÓN ETERNA

La salvación del alma es el asunto más importante que jamás se va a enfrentar. Es la cuestión de dónde una persona pasará la eternidad.

Jesús claramente dijo: "Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?" (Marcos 8:36). Que esto nos impulse a abordar la situación con urgencia.

La salvación se relaciona con la vida eterna. "Y esta es la promesa que él nos hizo, la vida eterna" (1 Juan 2:25). "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16).

Jesús dijo: "Voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis" (Juan 14:2-3). Esto refiere a una vida sin fin en una tierra donde "no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron" (Apocalipsis 21:4).

Aquellos sin salvación se llaman los perdidos. A ellos Jesús dirá: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna" (Mateo 25:41, 46). Él ha dicho que en el fin enviará a sus ángeles y recogerán a los que hacen iniquidad "y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes" (Mateo 13:42).

"ESTÁ ESTABLECIDO PARA LOS HOMBRES QUE MUERAN UNA SOLA VEZ, Y DESPUÉS DE ESTO EL JUICIO" (Hebreos 9:27).

Hay salvación en Jesucristo

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Todos necesitan un Salvador. María, la madre de Jesús, refirió a "Dios mi Salvador" (Lucas 1:47). Ella necesitaba un Salvador. Todos necesitan un Salvador porque todos han pecado. La Escritura dice: "No hay justo, ni aun uno" y "por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:10, 23). Nuestros pecados nos separaron de Dios.

Jesucristo es el Salvador del mundo. De Él fue dicho: "Nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo" (Juan 4:42). El apóstol Pedro dijo de Él: "Porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hechos 4:12). El apóstol Juan escribió: "El Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo" (1 Juan 4:14). Nosotros leemos: "Esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres" (1 Timoteo 4:10).

Jesucristo murió por nuestros pecados (1 Corintios 15:3). Juan escribió: "Y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo" (1 Juan 2:2). Cuando Jesús murió en la cruz y resucitó, compró nuestra salvación y nos reconcilió con Dios.

Llegamos a la salvación por medio de arrepentirnos de los pecados y el nuevo nacimiento por fe en Jesucristo. Jesús dijo: "Os es necesario nacer de nuevo" (Juan 3:7).

El apóstol Pedro predicó: "Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados" (Hechos 3:19).

"CRISTO JESÚS VINO AL MUNDO PARA SALVAR A LOS PECADORES" (1 Timoteo 1:15).

Una advertencia de la escritura

Hay que entender y prestar atención a las advertencias en la Escritura.

El libro de hebreos dice: "Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado" (Hebreos 4:1). Jesús dijo: "Mirad que no seáis engañados" (Lucas 21:8).

El engaño es un peligro porque hay un gran engañador quien se llama el "diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero" (Apocalipsis 12:9). Él es un engañador de religión. El apóstol Pablo escribió de otro Jesús, otro espíritu y otro evangelio. Él dijo: "porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz” y “sus ministros se disfrazan como ministros de justicia" (2 Corintios 11: 3-4, 13-15).

El nuevo nacimiento que viene por el arrepentimiento y fe en Cristo Jesús cambia la vida. "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas" (2 Corintios 5:17). La persona que verdaderamente es nacido de nuevo tiene el Espíritu de Jesucristo. "Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él" (Romanos 8:9).

Cuando un pecador arrepentido es nacido de nuevo, él da la espalda al pecado. El apóstol Juan escribió: "El que practica el pecado es del diablo... Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado" (1 Juan 3:8-9).

"¿POR QUÉ ME LLAMÁIS, SEÑOR, SEÑOR, Y NO HACÉIS LO QUE YO DIGO?" (Lucas 6:46).

El permanecer salvo

Hay un requisito sencillo para permanecer salvo después de recibir el perdón y nacer de nuevo, el cual es la fidelidad.

Jesús dijo: "Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos" (Juan 8:31).

Jesús también enseñó: "Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo" (Mateo 24:13). Al ángel de la iglesia en Esmirna dijo: "Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida" (Apocalipsis 2:10). Al ángel de la iglesia en Sardis dijo: "El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida” (Apocalipsis 3:5). El apóstol Pablo escribió: "Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel" (1 Corintios 4:2).

Sobre la infidelidad caerá un castigo pesado. Hebreos 10:26-27 nos dice: "Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios". Una transgresión deliberada no está cubierta por la sangre de Cristo. Para volver a la comunión con Él, hay que arrepentirse. El apóstol Pedro también escribió: "Porque mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después de haberlo conocido, volverse atrás del santo mandamiento que les fue dado" (2 Pedro 2:21).

Jesús dijo: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame" (Mateo 16:24). Dios ha prometido guardar a los que son fieles y obedientes a Él.

"Y AHORA, HIJITOS, PERMANECED EN ÉL" (1 Juan 2:28).

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COMO SALIR DE LA CARCEL

“Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:36).

Todo el mundo quiere ser libre. La libertad de expresión, de pensamiento, de religión y de la prensa es básica en muchas sociedades hoy día. La sociedad encuentra que es necesario limitar la libertad de los infractores de la ley para que la humanidad pueda gozarse de la libertad debida. Por eso existen las cárceles. Los infractores de la ley fácilmente pueden encontrarse en una cárcel literal.

¿Se encuentran verdaderamente libres las personas mientras se gozan de las libertades mencionadas? o ¿quizás estén encarcelados en otro tipo de cárcel?  La Biblia nos enseña que pueden estar en una prisión mientras se deleitan en la libertad. La persona que cuenta una mentira se encuentra esclavizada por ella, y muchas veces tiene que contar otra para no descubrir la primera.   Las personas que comienzan a fumar, o tomar, o experimentar con las drogas se dan cuenta después, cuando quieren dejarlo, que no pueden. Otros han quebrantado sus votos de matrimonio para buscar los placeres, y después se encuentran ni con placeres ni con hogar. Estos son ejemplos de la esclavitud que trae el pecado.

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Todo el mundo nace en pecado, y es esclavo  de el. La Biblia nos dice “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” y “¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?” (Romanos 3:23; 6:16). Lea también Romanos 3:10. Mientras todavía vivimos  en nuestros pecados, estamos en una prisión espiritual.

¿Cómo pues, podemos ser librados? Podemos tener la libertad y felicidad verdadera; ser libres del temor, de culpa y de la condenación del pecado cuando estamos en paz con Dios, y nuestras vidas concuerdan con la voluntad de Él. Por otro lado, la esclavitud es el resultado de asirse de  la promesa falsa de libertad que ofrece Satanás. Veamos las palabras de nuestro Salvador Jesucristo, “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos” (Lucas 4:18).

Para ser librados del pecado, antes que nada, tenemos que admitir que somos pecadores y cautivos. Tenemos que arrepentirnos de nuestros pecados. El arrepentimiento incluye tener tristeza por nuestros pecados y dejarlos. Para algunos esto parece ser difícil, o casi imposible. Cuando sinceramente ponemos nuestra parte y clamamos a Dios para ayuda y perdón, Él nos guiará paso a paso a un cambio de corazón. Tenemos que aceptar la liberación y el perdón por la sangre de Cristo por medio de la fe en Él. Leemos en la Biblia, “en quien [Jesús] tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados” (Colosenses 1:14). Lea también Romanos 3:24, 25; Romanos 5:1; Romanos 6:23; Hechos 3:19; y Juan 3:3.

¿Cuáles son los efectos de la libertad espiritual? Cuando una persona ha nacido de nuevo como acabamos de hablar, sus pecados son borrados y tiene una conciencia libre de culpa. Ahora tiene poder sobre sus pasiones pecaminosas. En vez de rendirse a la tentación, puede resistir los deseos carnales. El vive una vida nueva en Cristo, y sus metas son diferentes. En vez de vivir solamente para sí, ahora busca agradecer a Dios y ayudar a otros. Su modo de hablar y pasar su tiempo ha cambiado. Se regocija en una vida que está llena de propósito y dirección. Sobre todo, esta libertad trae una seguridad de vida eterna en el cielo. Aún encerrado en una prisión natural, esta libertad de espíritu y corazón puede ser una realidad. Leemos, “de modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). Vea también Gálatas 5:13. 

Jesús, a Ti Voy

De mi esclavitud, noche y tristeza,
Jesús voy, voy a ti;
A tu libertad, gozo y luz,
Jesús, voy a ti.
 

De mi enfermedad a tu salud,
De necesidad a tu plenitud,
De mi pecado voy a ti
Jesús, voy a ti.
 

De mi quebranto y fracaso,
Jesús voy, voy a ti,
A la ganancia gloriosa de tu cruz,
Jesús, voy a ti.
 

De las tristezas del mundo a tu consuelo,
De tempestades de la vida a  tu calma,
De aflicción a salmo jubiloso,
Jesús, voy a ti.

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¡ESCUCHA! ¿QUIÉN TE ESTÁ LLAMANDO?

El cordero que escucha

San Juan 10:1-18

¿Has oído alguna vez a alguien llamando tu nombre y no sabías de donde venía esa voz? O posiblemente casi no podías oír la voz, porque había mucho ruido alrededor de ti.

Escucha, alguna voz te está llamando. ¡Sí, a ti!

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¿Quién eres tú? ¿Cómo te llamas? ¿De dónde viniste? ¿Dónde vives? Y, ¿a dónde vas?

Sabes cuál es el nombre de tu pueblo. Quizá no has viajado a otros lugares. Pero sabes que tu pueblo es parte de un país grande, y todos los países son parte de este mundo inmenso.

LA BIBLIA

Hace casi 6000 años desde que se hizo el mundo. Fue hecho por Dios. Dios tiene un libro que se llama la Biblia, y ese libro nos habla acerca de cómo Dios hizo el mundo y de cómo hizo al primer hombre y mujer. Dios hizo al hombre según su propia semejanza.

Desde entonces en adelante, han nacido niños, y desde entonces en adelante la gente ha muerto. Miles y miles de personas han nacido y han muerto.

Naciste a tus padres, pero realmente es Dios quien te hizo. Él hizo todo. ¿Has pensado acerca de cuán maravillosamente Dios hizo todo, y cómo te hizo a ti?

Tus padres te pusieron tu nombre. Dios sabe cuál es tu nombre. Él sabe todos los nombres sin importar el idioma. Él sabe todo.

Siendo que nos ha hecho, Dios sabe todo acerca de nosotros. Nos ama porque somos de Él. Es nuestro Padre que está en el cielo, y cuida de nosotros más que nuestros propios padres.

DIOS

Dios siempre ha sido. Vive para siempre. Entonces cuando sopló en nosotros su aliento, esto nos hizo vivir para siempre también. Nuestros cuerpos no viven para siempre, porque mueren, pero el alma en nuestro interior vive para siempre.

¿Conoces tú a Dios? Quizá preguntas, “¿Quién es Dios? ¿Dónde está Él?”

¿Deseas saber en verdad? Sí, lo deseas. En lo profundo de tu interior deseas saber.

Nunca has visto a Dios, ¿verdad que no? Es verdad, pero eso no quiere decir que no existe.

Hay un solo Dios. No hay lugar para ningún otro, porque Él que es Dios en verdad, llena el cielo y la tierra. Él está en todo lugar a la misma vez.

El hogar de Dios está en el cielo, aquel hermoso lugar en lo alto, pero también habita en el corazón de la persona que obedece a su voz.

¿Cómo se puede llegar a conocer a Dios? ¿Es ésta la pregunta que estás haciendo? Dios tiene un hermoso plan para mostrarnos cómo podemos conocerle.

Dios envió a su hijo unigénito, Jesús, desde el cielo para manifestarse a la gente quién es y cómo es. Dios y Jesús son uno.

Por un milagro, el Hijo de Dios, nació como un niño y creció a ser hombre. Por tres años, Jesús hablaba a la gente acerca del amor de Dios su Padre. Dijo a la gente que Dios es santo y que no puede soportar el pecado.

Entonces Dios preparó un camino para que nosotros pudiéramos ser salvos de nuestros pecados. Permitió que su hijo Jesús fuera clavado en una cruz por manos de hombres malos. Él puso su vida por nosotros. ¡Tan grande era su amor!

Él fue el sacrificio que puede pagar por los pecados de todo el mundo: todo el pecado que tú jamás has hecho y todo el pecado de cada joven, señorita, hombre y mujer también.

¿Se quedó Jesús en la cruz? ¿Se quedó Jesús en el sepulcro? No. Después de tres días resucitó victorioso. Luego ascendió al cielo donde está esperando hasta que Dios diga que el mundo llegue a su fin. Entonces será el justo Juez de toda la gente.

¿Tienes el evangelio de San Juan? Lee el capítulo 10. Juan escribió lo que Jesús habló a la gente. Lo que Jesús habló es para nosotros aun hoy en día. Jesús dijo que es el buen Pastor y que dio su vida por sus ovejas. Nosotros somos las ovejas. Sus ovejas conocen su voz. Él las llama por nombre. No seguirán a un extraño.

EL EXTRAÑO, AQUELLA OTRA VOZ

¿Quién es ese extraño de quien debemos huir? ¡Él es ladrón! No cuida nada de las ovejas. Es un mentiroso. No hay verdad en él. Es el diablo. Es nuestro enemigo, Satanás.

Principalmente, Satanás es el enemigo de Dios. En el principio, él era un buen ángel en el cielo con Dios. Pero él se llenó de orgullo y se levantó contra Dios, y muchos de los ángeles se hicieron al lado de él. Dios triunfó, porque tiene todo el poder. Entonces le echó fuera del cielo a Satanás juntamente con todos sus seguidores. Por esto Satanás aborrece a Dios.

Satanás jamás puede volver a Dios. Por eso derrama su ira sobre la gente del mundo, la creación de Dios. Siendo que pecó, intenta atraer a todo el mundo al pecado. Nunca jamás entrará el pecado en el cielo.

Existe otro lugar, el lugar que Dios preparó para el diablo y sus ángeles. Es el infierno. Es un lugar de tormento. Es un fuego que arde y nunca se apagará. Es el lugar donde el diablo y sus seguidores serán castigados para siempre. Es un lugar terrible a donde Dios tendrá que enviarnos si escogemos escuchar la voz de Satanás.

Satanás no quiere que pensemos en el infierno. No quiere que pensemos en Dios. Por eso trata de distraernos de Dios. Satanás trata de hacernos escuchar su voz.

¿Has oído aquella otra voz en tu corazón, la voz del extraño?

Hay veces que él intenta hacernos creer que tiene cosas buenas que ofrecer. Hay veces que nos hace pensar: "Soy mejor que otros. Soy importante. Lo primero soy yo. Me vengaré. Tengo que defender mis derechos. Está bien robar, sólo que no me descubran. Todos hablan mentiras, así que yo también puedo. Los pensamientos sucios no son tan malos, porque nadie se da cuenta de lo que pienso. Las palabras obscenas son buenas para reírse".

Y en otras ocasiones, ¿has estado tan desanimado que has sido tentado a pensar, "yo no sirvo para nada: por qué seguir viviendo"?

Todos estos pensamientos vienen del diablo. Es un mentiroso. Por eso nos quiere hacer mentirosos también. Es ladrón, y por eso quiere que robemos. Es homicida, y por eso mismo quiere que odiemos a otros.

Cuando escuchas esa voz, ¿cómo te sientes? ¿Te hace sentir bien en tu corazón? Al contrario, te sientes infeliz. Quisieras esconderte. Así es Satanás. Le gusta hacer las cosas en la oscuridad.

JESÚS, LA VOZ DEL PASTOR

¿Conoces tú a Jesús, el buen Pastor? ¿Quisieras ser su oveja? ¿Quisieras conocer su voz?

Sí puedes, pero en primer lugar no debes escuchar a aquella otra voz.

Ahora, en el silencio, puedes oír la tierna voz de Jesús que te llama a entregarle toda tu vida. Le oirás decir que debes sentir pena por todos tus pecados y que debes confesarlos.

Quizás alguna vez, cuando estabas muy en silencio, pensabas, "¿qué debo yo hacer con todos mis problemas y cargas? Yo quisiera ser bueno. Quisiera estar en un lugar donde jamás tendría hambre ni estaría enfermo. ¿Qué pasará conmigo cuando yo muera?" Esa es la voz de Jesús que te llama.

¿Sientes tú triste a veces cuando ni siquiera cuenta te das por qué? O, ¿te sientes solitario cuando no estás solo? Es posible que te sientes solitario porque necesitas a Dios, Él que te hizo y te ama. Él es el Pastor que llama a su oveja perdida. Siempre te está llamando y buscando.

Cuando oyes la voz del Pastor, contéstale. Dile que sientes pena por tus pecados. Dile tal cómo te sientes, y pídele que Él te salve. Esto es orar.

¿Has orado al Dios del cielo? Hazlo ahora. Él te oye y te entiende. Te dará la paz que deseas tener.

¿No quisieras tú ser su oveja y conocer su voz? Él desea ser tu amigo. Te quitará tu carga de pecado y te  sentirás feliz en tu corazón. Serás amable y bondadoso, así como Él. Te ayudará a vencer todo tu temor.

Aunque otros se burlen de ti por ser cristiano, sabes que Jesús te cuidará. Aun si el extraño te tiente otra vez, tienes que confiar en Jesús para que te ayude a vencer.

A salvo en los brazos amorosos del Pastor, sabes que al fin te llevará a su hermoso y feliz hogar con Dios para morar con Él eternamente.

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